viernes, 24 de febrero de 2017

Lo leí en sus ojos III

¿Ya dije que soy distraída? Por eso seguramente dejé las llaves adentro de mi casa antes de ir a la cita fallida, y ahora ¿cómo podría entrar? El viejo recurso de la ventana abierta del baño me salvó. Caí de bruces cerca del excusado, cada músculo me dolió en el alma. Estaba tan adolorida que entré a ciegas a mi cuarto, tratando de deshacerme de la ropa mojada. Aunque no se distinguía nada, vi brillar en la oscuridad dos enormes ojos. Fingí no haberlos visto, quizá así desaparecerían. Medio vestida traté de acercarme al apagador para que la luz extinguiera aquella extraña visión. La cegadora luz blanca, no obstante, hizo definitiva la criatura tendida en mi cama, una especie de conejo con una ridícula corona en su cabeza peluda.
Nada dijo, hubiera sido aún más extravagante que pudiera articular palabra, pero leí en sus ojos, como en la página de un libro, que él no estaba ahí para hacerme compañía y que su intención, nada buena, era devorarme esa misma noche.


viernes, 17 de febrero de 2017

Lo leí en sus ojos II

No dejaba de llamarme, así que finalmente acepté que nos viéramos. La cita era en el viejo parque del final de la avenida. Tenía tanta flojera que ni siquiera me quité el pantalón del pijama. Llegué tarde, pero no tanto como para que ya se hubiera ido, sin embargo, no llegaba. Finalmente no llegó, entonces ¿para qué tanta insistencia? Una lluvia menuda empezó a helarme los huesos y yo con medio pijama, plantada y sintiendo como si fuera devorada por una enorme bruja negra llamada desgracia. Empezó a sonar mi celular, era él. No quise contestarle, ¿para qué? Las excusas son el discurso de la hipocresía. Total, esa noche tendría que dormir en calzones.








viernes, 10 de febrero de 2017

Lo leí en sus ojos I

Oculta en el fondo de mi cabeza, nadie puede saber lo que pienso, menos aún, si acaso pienso o si intento no pensar en nada mientras escucho necedades. Me refugio en mi propia caja negra donde toda información de mi vida está encapsulada en fragmentos de memoria dispersos aquí y allá.
Dicen que siempre estoy distraída, yo digo más bien que no me interesa estar con mis cinco sentidos alertas en un mundo donde todo se resquebraja a mi alrededor.